El vino en la Antigua Roma

Uno de los principales impulsores de la expansión de la vitivinicultura a nivel mundial fue el Imperio Romano. A medida que se fueron expandiendo y tomando posesión de nuevas tierras, implantaron su cultura. Si bien los griegos y los etruscos fueron las primeras influencias de la viticultura en la Península Itálica, fue el Imperio Romano quien implementó nuevas tecnologías y amplificó los conocimientos en la producción de vino. Esto puede verse a través de las diferentes obras de múltiples escritores que revelan el importante papel que jugaba el vino en la Antigua Roma.

Al estudiar la historia romana, descubrimos que, durante mucho tiempo, los romanos apreciaron el vino griego, llegando a tener un precio mucho más elevado que el vino local. Sin embargo, luego del siglo II a.C., la producción de vino romano comienza a tomar un sorprendente auge, llegando a tener viñedos de primera clase.

Expansión del vino en la Antigua Roma

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Tanta fama alcanzó el vino en la Antigua Roma que, durante el año 121 a.C. este fue reconocido por muchos como la “cosecha opimia”, en honor al cónsul de ese momento, Lucio Opimio. Tan destacada fue esta cosecha que, dada su gran producción y la alta calidad de sus frutos y de los vinos, muchas personas llegaron a asegurar que muchos de estos vinos se siguieron bebiendo aún después de cien años de la cosecha.

Durante la Antigua Roma, uno de los centros vinícolas más resaltantes fue la ciudad de Pompeya, al sur de la antigua Nápoles. Esta ciudad era la principal productora de vino del imperio. Allí existía una gran cantidad de viñedos, lo cual también los convertía en un importante centro comercial. Debido a ello, Pompeya hacía culto ferviente y patente a Baco, dios romano del vino, lo cual se reflejaba en diferentes representaciones a lo largo de toda la región.

A medida que la República Romana iba extendiendo su dominio hasta convertirse en un imperio, en paralelo el vino iba tomando una complejidad similar en su producción y comercio, destacando siempre la ciudad de Pompeya. Sin embargo, cuando se ampliaron las fronteras, otras zonas comenzaron a destacarse como la Britania, la Galia (toda Francia), la Hispania (Rioja, Cataluña, Galicia, Ribera del Duero y Andalucía) y la Germania (abarcando las principales zonas vinícolas de la actual Alemania).

Elaboración del vino

En cuanto a la elaboración del vino en la Antigua Roma, la práctica predominante era el pisado de la uva luego de terminar la vendimia. El mosto resultante de dicho pisado era el de mayor aprecio, logrando mantenerse al margen del que se producía a través del prensado posterior de la uva. Una vez hecho esto, el mosto pasaba a ser almacenado en grandes recipientes de barro. Algunos de ellos llegaban a tener una capacidad superior a los mil litros y eran enterrados de forma parcial en el suelo.

Estos recipientes eran los encargados de llevar a cabo el proceso de fermentación. La duración del mosto en ellos era muy variable, llegando a durar desde pocos días hasta un mes. Una vez cumplido el tiempo, el vino era envasado en ánforas. A causa de esta técnica, se provocaron muchos accidentes, lo cual hizo que se practicara el hacer pequeños orificios en las tapas para liberar la presión del dióxido de carbono de las fermentaciones inconclusas. Incluso, en ciertos casos era necesario agregar un poco de tiza y polvo de mármol, esto con la intención de disminuir la acidez en los vinos.

La edulcoración de los vinos en la Antigua Roma se lleva a cabo añadiendo miel. Incluso, se han encontrado recetas puntuales donde se menciona el uso de 3 kilos por cada 12 litros de vino. Es importante destacar que, en casi todo el mundo antiguo, el vino blanco dulce era la variedad de vino con mayor apreciación. Así mismo, otra característica singular de estos vinos era el alto grado de alcohol, siendo tan altos que podían ser semejantes a la llama de una vela.

Evolución del vino

Fue a causa el alto grado de alcohol en los vinos que se decidió diluir los vinos con agua templada, y en ocasiones con agua de mar. Del mismo modo que sucede hoy en día, muchos de los vinos de viejas cosechas suelen tener un valor superior. La razón se debe a su gran evolución durante el paso del tiempo. Tanto así que, en las leyes de la Antigua Roma, un vino nuevo y un vino viejo se podían diferenciar por el hecho de que este último al menos tenía un año de envejecimiento.

Al igual que en la cultura griega, el vino en la Antigua Roma cumplía ciertas funciones religiosas, medicinales y sociales. De este modo, era separado de otros alimentos, llegando a alcanzar cierto nivel divino. No fue sino a causa de la expansión del Imperio Romano y de la implementación de la democracia que se instauró el consumo del vino como una práctica común, dejando de ser un lujo reservado para la élite. Actualmente esta es una tradición vigente en nuestra sociedad.

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